Economía Circular, más relevante que nunca para afrontar los nuevos desafíos

Nuestros desafíos globales nunca han sido más fuertes. Esta es una oportunidad única para construir una recuperación resistente a los retos globales presentes y futuros.

Como respuesta a la nueva realidad creada por la pandemia se han puesto a disposición billones de dólares de estímulos económicos en todo el mundo, incluido Chile, y la gran oportunidad que se nos presenta como humanidad es lograr que la ansiada recuperación económica se produzca de manera alineada con una economía resiliente, regenerativa y con bajas emisiones de carbono.

La Economía Circular, como forma tangible de lograr esta visión, es ahora más relevante que nunca. A continuación se listan algunos de los potenciales sectores donde se debe impulsar este panorama gana-gana:

 

1. Mejorar la eficiencia de los recursos en la construcción y el entorno edificado

Al igual que en otros sectores económicos, el Covid-19 puso de manifiesto las deficiencias del entorno construido, destacando la prevalencia de edificios de mala calidad, los problemas de asequibilidad de la vivienda digna y la rigidez del parque inmobiliario actual. Vivir en casas de mala calidad y en viviendas pequeñas y constreñidas, ineficientes desde el punto de vista energético, condujo en algunos casos a la transmisión interna del virus. Así mismo, el acceso inadecuado a las instalaciones de saneamiento ha impedido en los sectores más vulnerables que las personas adopten las mejores prácticas necesarias para detener la transmisión. La EC está bien posicionada para ofrecer posibles soluciones a estos problemas con opciones de saneamiento natural descentralizado, la climatización pasiva y la permacultura para regeneración del espacio urbano, entre otras.

 

2. La economía del ciclo biológico y el sector alimentario

Con Covid-19 o no, el sector alimentario es generalmente derrochador. Con un estimado de 35%-40% de la producción que se pierde en la cadena logística, este sector contribuye además a la degradación del medio ambiente alterando los flujos de nutrientes con emisiones de diversa índole debido a la naturaleza lineal actual de su cadena de valor. La crisis del Covid-19 puso en evidencia la vulnerabilidad del sistema alimentario en su dependencia global, pero también relevó aquellas cualidades que hicieron posible una mayor resiliencia en varios lugares del mundo.

Entre estas cualidades para la resiliencia se encuentran varias que apelan a las cualidades de un manejo descentralizado de la producción agrícola, como el acceso local a los factores de producción, la existencia de reservas económicas locales, la disponibilidad del capital social entendido como capacidad de colaboración, y del capital humano representado en conocimientos y habilidades.

Así mismo, se dilucidaron nuevos modelos de consumo y de negocio de naturaleza circular en tanto que potencian los beneficios del ciclo biológico, tal es el caso de los mercados de agricultores en línea, la agricultura comunitaria, la producción de alimentos en el patio trasero de las casas y en los espacios públicos, la expansión de los productores de semillas y los viveros de plantas, el aumento de la cocina casera y del consumo a granel. Todas estas son algunas de las tendencias que pueden ser potenciadas como sistemas adaptativos ante la complejidad del panorama climático y la afectación que produce en las cadenas de abastecimiento de alimentos.

Así mismo, como parte de una futura resiliencia en el sector alimentario, también se destacan una serie de palancas de la EC aplicables al sector:

1. Cerrar los ciclos de nutrientes y la dependencia a los insumos externos mediante la adopción de una agricultura regenerativa, la cual puede además facilitar la preservación de la salud del suelo a través de la devolución de la materia orgánica en forma de residuos alimentarios o subproductos de las plantas de tratamiento compostados o digerido.
2. Promover la recuperación del valor energético de los residuos orgánicos a través de la adopción de instalaciones de digestión anaeróbica, para la producción controlada de biogás para su consumo in situ o su posterior inyección en la red de gas natural o su conversión en energía eléctrica. Esto tiene el potencial de transformar el residuo de alimentos en energía neutra en carbono y contribuir sustancialmente a la resiliencia energética.
3. Incrementar la adopción de la agricultura urbana y periurbana para obtener alimentos de origen vegetal así como animales para la alimentación y otros usos dentro y alrededor de los límites de las ciudades, inclusive considerando la pesca y la silvicultura. La popularidad de las granjas locales aumentó considerablemente como consecuencia directa de Covid-19. Mientras muchas personas se acercaron a ellas por el desabastecimiento otras lo hicieron para evitar los riesgos de contaminación percibidos en los supermercados, y al hacerlo todas experimentaron el poder de los ciclos alimentarios locales, además de la reducción del estrés, siendo además partícipes de la reducción en emisiones de gases efecto invernadero por los ahorros en transporte e insumos en comparación a la alternativa convencional.

 

3. Oportunidades para la economía colaborativa en el sector del transporte y la movilidad

La infraestructura de transporte es imprescindible para el éxito en el cambio hacia ciudades circulares pues impacta la calidad de vida, el medio ambiente local y global, y el consumo de recursos. Como es de esperarse, el sector del transporte fue uno de los más afectados por el Covid-19 y es así que el concepto de resiliencia se hace más y más pertinente para este sector.

De cara al futuro, podrían adoptarse muchas estrategias de EC como parte de la construcción de un sector del transporte resiliente. A modo de ejemplo, se pueden mencionar el desarrollo de ciudades compactas para una movilidad eficaz, la creación de entornos propicios para las opciones de movilidad colectiva (autobuses, metro, tranvías), compartida (autos de uso eventual) y activa ( bicicleta, caminar, scooters), junto con el soporte a las plataformas de colaboración entre usuarios. Esto ayudará a reorganizar el tejido urbano y a promover el uso inteligente de las infraestructuras de transporte.

 

4. Mantenimiento de las mejoras en la calidad del aire

La mejora de la calidad del aire es uno de los aspectos positivos que se registraron a raíz del Covid-19. Para mantener estas mejoras es necesario facilitar un cambio radical en los combustibles, aumentando la adopción de vehículos de bajas emisiones como los vehículos eléctricos y la construcción de más puntos de recarga para estos. Esto implica además, como se mencionó en el punto anterior, aumentar las inversiones en medios de transporte público más limpios, así como en carriles para peatones y ciclistas para mejorar la salud, y rediseñar las ciudades para garantizar zonas pobladas utilizando clasificaciones como zonas de aire limpio o de bajas emisiones.

5. Digitalización para la resiliencia de la cadena de suministro después de COVID-19

Como podemos ver a partir de los ejemplos analizados, la Economía Circular, como instrumento para desvincular el crecimiento económico del uso de recursos y el impacto ambiental, abre el camino para una recuperación de la pandemia alineada con la resiliencia que necesitamos como humanidad. Al hacerlo, no solo aborda los impactos negativos de la economía lineal, sino lo que es más importante, representa un cambio sistémico que construye a largo plazo, genera negocios y oportunidades, y proporciona beneficios ambientales y sociales.

Para aprovechar dichas oportunidades se requiere actuar rápidamente tanto a nivel de política pública como a nivel privado, con acciones sistemáticas y decididas. Necesitamos ser audaces e invertir en una recuperación verde y circular. Las instituciones públicas, por ejemplo, pueden invertir directamente en actividades económicas y sectores que son claves para la circularidad como la construcción y la agricultura, también pueden emitir préstamos y garantías favorables a la inversión circular, favorecer las compras propias de productos circulares, y proporcionar oportunidades para la recuperación de recursos como el suelo y el agua que en muchas partes de Chile requieren de una recuperación urgente, lo cual se podría tornar en fuente de empleo y reactivación económica.

Aprovechando las oportunidades

Otro ejemplo es el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que lanzó una iniciativa conjunta para la recuperación del Covid-19 y el fortalecimiento de la Economía Circular, de 10.000 millones EUR en inversiones disponibles entre el 2019 y el 2023. La iniciativa proporcionará préstamos, capital de inversión o garantías a proyectos elegibles de infraestructura pública y privada, tanto para municipios como para empresas privadas de diferente tamaño, así como para investigación e innovación de proyectos. También el BEI lanzó una nueva guía para apoyar la transición a la circularidad, que establece criterios de elegibilidad para financiamiento y una tipología de proyectos circulares.

En Chile, aparte de las recientemente lanzadas iniciativas desde el Ministerio de Ambiente como la ley de plásticos de un solo uso y los decretos que reglamentan la ley REP para neumáticos y empaques, recientemente la CORFO lanzó la iniciativa Transforma Economía Circular, la cual busca acelerar la circularidad en Chile, principalmente entre las empresas nacionales, fomentando patrones sostenibles de producción y consumo que aportarán a la mitigación y adaptación al cambio climático para avanzar, por ejemplo, a la meta país de la carbono neutralidad para el año 2050. Este nuevo programa de Corfo trabajará con 14 de las 27 iniciativas que incluye la Hoja de Ruta en Economía Circular para un Chile sin basura, principalmente aquellas que poseen un foco productivo y territorial, a través de una colaboración público – privada que impulsará el desarrollo tecnológico, la innovación y la generación de emprendimientos circulares.